Luis Fernando Escalona


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Hola, poeta (En memoria de Saúl Ibargoyen)

Enero del 2019

Hace unos días, falleció el poeta Saúl Ibargoyen, un hombre prolífico en las letras. Fue maestro mío, por cierto, en la Escuela de Escritores de SOGEM. Cuando llegaba a encontrarlo en alguna presentación, era grato saber que se acordaba de mí: “Hola, poeta, ¿cómo está?”, me decía al estrechar mi mano.

Yo nunca me he considerado tal, y quizá esa es una de las cosas por las que más le guardo gratitud; todo porque un día, al inicio del semestre, le regalé un ejemplar de mi libro La noche del Caos, el único en verso que tengo publicado.

Lo miró, me dio las gracias sonriendo, y después le dijo a la clase: “Quiero que le compren el libro a su compañero; cuenta para calificación y lo vamos a comentar en clase”. No lo vi venir la verdad. Me intimidó mucho considerarme objeto de análisis en la clase de poesía y más que tuvieran que comprarme ejemplares “a fuerza”. Gracias al maestro fue una buena venta, la verdad.

No recuerdo qué se habrá comentado en la clase. Saúl leía algún poema del libro, analizaba el ritmo, las figuras; respondían algunos. Lo más agradable fue que no lo había hecho por exhibirme o algo parecido. “Hay que comprar los libros de nuestros contemporáneos; apoyarnos”, me dijo. Me dio algunas recomendaciones para mejorar mi escritura y desde ese momento, el maestro, el verdadero poeta, me saludaba con una muestra sincera de afecto cada vez que me encontraba: “Hola, poeta”.

Al terminar la clase, una compañera se acercó conmigo y me preguntó: “¿De verdad pensaste todo eso que dijo el maestro a la hora de escribir el texto?”.

“No estoy seguro", le dije, "pero al menos, ya le entendí”.

Gracias, maestro Saúl. Dondequiera que te encuentres.